Lo que debería haber sido una reunión solemne se convirtió rápidamente en una manifestación de aislamiento de Putin incluso entre los vecinos de Rusia.

La cumbre de Samarcanda demostró el debilitamiento de la posición del dictador Vladimir Putin entre sus aliados.

The Telegraph escribe sobre esto.

Primero, el presidente de Kirguistán, Sadyr Dzhaparov, hizo esperar a Putin, y luego Putin hizo una declaración en la que admitió que Beijing tenía preguntas sobre la guerra en Ucrania. Y incluso el líder indio Narendra Modi, que anteriormente evitó condenar la invasión rusa, le dijo a Putin que “hoy no es el momento de la guerra”.

Todos estos son signos de que Putin se está debilitando no solo en el campo de batalla, sino también en el ámbito internacional.

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