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El 18 de julio, el cuerpo de una profesora de 23 años, que había trabajado en su puesto durante varios meses, fue encontrado en el armario de un aula de una escuela primaria en Seúl, Corea del Sur. Los expertos concluyeron que se suicidó.

El primo del difunto maestro dijo que encontró cientos de anotaciones en el diario y mensajes de texto que el fallecido había enviado en los meses previos al suicidio. Todos ellos indican que los padres de sus alumnos bombardearon a la joven profesora con quejas.

La fallecida se ocupaba, entre otras cosas, de problemas de acoso escolar, pero para los “niños problemáticos” los padres comenzaron a interceder, presionando al maestro.

El suicidio de un joven maestro provocó un feroz debate sobre la situación actual de los maestros en Corea del Sur, los maestros incluso se declararon en huelga. Desde hace semanas, decenas de miles de docentes coreanos protestan por una mejor protección en el trabajo. Dicen que los padres de los alumnos suelen provocarles crisis nerviosas llamando a números personales cada hora y también los fines de semana, quejándose constante e injustamente.

Decenas de miles de profesores dicen tener tanto miedo a las acusaciones de crueldad, que no pueden castigar a sus alumnos ni intervenir cuando se atacan entre sí.

— Como docentes, nos sentimos extremadamente impotentes. Y es muy tedioso, — dice uno de los profesores.